Citas Bíblicas en torno a la Excelencia:
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“El que cree en mí hará obras aún mayores” (Jn. 14,12).
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“sean misericordiosos como mi Padre es misericordioso” (Lc. 6,36)
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“La resurrección es el Sí
del Padre a los hondos deseos de la
humanidad” (2 Cor. 1, 19-20).
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“Entren por la puerta angosta,
porque la puerta y el camino que
llevan a la perdición son anchos y espaciosos” (M,7,13)
Excelencia; concepto y desarrollo:
Tal como se nos ofrece
hoy en día, podemos relacionar la Excelencia con los siguientes conceptos:
“grandeza, eminencia, superioridad, altura, dignidad, majestad, poder,
soberanía, importancia, elevación, excelsitud”. Sin embargo, desde la pedagogía
Ignaciana no es a esta relación a la que nos referimos.
Hablamos de MAGIS, donde el carisma Ignaciano tiene
su vértice, su punto central. Magis quiere decir: más,
lo mayor, lo mejor, pero
respecto al servicio que se hace.
Hay
que comprender, con todo, que el magis es comparativo y no superlativo. Es
decir, que partiendo de un nivel en que se está –de crecimiento personal, de
servicio etc.- se puede experimentar un avance sobre ello.
Esto supone, por tanto, una dinámica interna pujante fruto de nuestra
misma humanidad pero sobre todo, el impulso de la gracia.
La
vida entera de San Ignacio fue la búsqueda de un peregrino hacia el magis,
la siempre mayor gloria de Dios, el
siempre más cabal servicio de nuestro prójimo, el bien más universal, los
medios apostólicos más efectivos”.
Por
otra parte, podríamos confundir este magis con lo que en nuestra cultura
del trabajo y del sistema económico se alaba como la mayor eficacia, como el
“producto de calidad”, como la “calidad total”, etc. Todos esos “slogans” pueden responder a
buenos fines y a metas loables, pero no son el magis.
Los
empresarios modernos gastan considerables cantidades de dinero en capacitar a
su gente en esta “calidad total”. Pero,
eso no es el magis ignaciano. Aunque
en los términos pudiera haber una cierta
coincidencia (lo mejor), la motivación de fondo es otra: en el magis habrá un ingrediente fundamental, la gracia de ser colocada la persona en el
seguimiento de Jesús, para cambiarle
el rostro al mundo, mientras que, en el otro dinamismo, hay un centramiento
en lo individual con logros obtenidos
por propia voluntad.
Más
aún, si se pudiera medir en parámetros a uno y a otro, el objetivo sería
también distinto: uno tendría que
ver preponderantemente con la autorrealización
personal y el magis, en cambio, con
el hecho de que la persona se experimenta colocada en el dinamismo del Reino de
Dios; de ayudar a generar un mundo más
humano.
Un
gran peligro de la “excelencias” como
meta, es que se puede fomentar un tipo de súper- ego narcisista, de
normatividad y de compulsión que colocaría a la persona en situaciones
peligrosas (no proveer el descanso, generar sobre cargas laborales, etc.) y de
una extrema competitividad entre los mismos compañeros de clases, de comunidades,
de compañeros de trabajo, etc. que no es ambiente propicio de lo cristiano,
porque se valora lo que se tiene y no el hecho de ser hijas o hijos del mismo Padre-Madre.
Deseamos
entonces estar dispuestos a “en todo amar y servir”, de la manera “más” eficaz:
es decir, prosiguiendo el camino de Jesús: en la altísima meta de ser iconos de
la alegre misericordia de Dios y del poder realizar en su nombre y por su
gracia obras aún mayores que las que El mismo hizo (Jn 14,12).
Acciones que reflejan la Excelencia - MAGIS:
·
Ante un mundo de excesiva
competitividad, que se refleja en el individualismo, el consumismo y el afán de
éxito a toda costa, participemos de acciones sociales, propiciemos pensamiento
crítico, apostemos por la dinámica de “ganar – ganar”.
· Pide hoy a tus
estudiantes que se distingan por su capacidad de trabajar unidos, que sean
sensibles unos a otros, y se comprometan al servicio de los demás. ¡Qué te vean
a ti practicarlo!
·
Promover experiencias
tales que
creen un ambiente o clima que estimule la excelencia, como resultado de la
gratuidad a todo bien recibido de Dios.
·
Comprometernos a formar y formarnos integralmente
como personas para los demás y con los demás, competentes, conscientes,
compasivos y comprometidos.
·
Llegar al corazón humano en el proceso de formación
integral. Si el sentimiento interno no se une al conocimiento intelectual el
aprendizaje no moverá a la acción.
·
Evaluación continua de las acciones y procesos,
enseñando a hacer las cosas correctas, lo mejor posible, y bien hechas desde el
principio.
Frase:
“Desearía, si Dios fuese servido, poder más de lo que
puedo”
(Ignacio: Cartas, 2, 411).