viernes, 10 de junio de 2016

“La situación de Venezuela es terrible”

No puedo no sentirme afectado, conmovido e influenciado  por esta brevísima síntesis de la realizada Venezolana,



Del Padre Prior Regional.

Fr. Ángel Villasmil OP dirige carta a dominicos de América Latina y el CaribeLa situación actual de Venezuela
 
A los dominicos de la Provincia de Nuestra Señora del Rosario
A los dominicos de América Latina y el Caribe
Fr. Angel Villasmil 
                                   Prior Regional
La situación de Venezuela es terrible.  Al momento de comenzar a escribir estas líneas viene a mi memoria la célebre autobiografía del escritor cubano Reinaldo Arenas.  Cuando uno lee Antes que anochezca tiene la sensación de ser trasladado de inmediato a lo que fueron los comienzos terribles de la revolución cubana.  Reinaldo Arenas no era el intelectual que desde la serena placidez de su despacho o desde un café parisino, alababa las “bondades” de la revolución castrista.  Reinaldo Arenas era primero el perseguido que se escondió en el Parque Lenin, que vivió el horror de la cárcel de El Morro y el fugado que, aún en la cola para abordar el “Mariel”, cambió su apellido “Arenas” por “Arinas”, y así burlar la vigilancia del régimen castrista.
Se podría decir que tres son los factores que caracterizan la terrible situación que vive Venezuela: la inflación, la escasez y la inseguridad.  Hoy en día Venezuela es el país que quizá tiene los índices más elevados de inflación, no solo en el continente, sino en el mundo. No es extraño que así sea en un país que fue víctima de la destrucción sistemática de su aparato productivo, a través de las expropiaciones de que fueron víctimas numerosas empresas privadas y la asfixia operada por un control cambiario que sirvió para que muchos de los más altos representantes del gobierno hicieran negocios que redundaran en pingües ganancias para ellos.  No hace mucho los “Papeles de Panamá”, por ejemplo, sacaron a la luz las cuantiosas sumas de dinero que poseían uno de los guardaespaldas del difunto Hugo Chávez y la enfermera que lo asistió en momentos puntuales de su proceso de enfermedad.
Lo más escandaloso de todo es que hoy no contamos con cifras oficiales que nos permitan saber los niveles de inflación.  Hace mucho tiempo que en Venezuela no manejamos cifras oficiales reales, porque el chavismo da mucho más importancia a la noticia sobre la realidad que a la realidad misma.  Esto no causa extrañeza alguna cuando se capta que en regímenes de la naturaleza del chavismo, la propaganda tiene una importancia de primera mano.  Es imposible conocer el alcance de la realidad cuando lo que circula no es información, sino propaganda.  Y el chavismo, desde el primer momento, se aseguró la posibilidad de una hegemonía comunicacional de tal magnitud, que el periodismo y la libertad de prensa son dimensiones que nos han sido conculcadas de manera sistemática. La propaganda chavista ha sido y sigue siendo una de las más agresivas.
Sin embargo, los índices de inflación, aunque no los conozcamos en cifras oficiales, los padecemos brutalmente en el día a día, cuando no conseguimos alimentos, cuando no conseguimos medicinas, cuando no conseguimos artículos de limpieza y de higiene personal.  Por eso es por lo que muchas voces autorizadas en el país se han levantado afirmando sin ambages que en Venezuela estamos viviendo una crisis humanitaria de proporciones insospechadas.  Esto lo padecemos quienes sabemos que un salario mínimo en el país no da de sí para comer dignamente dos días a la semana.  El gobierno de Nicolás Maduro quiso disimular los impactos de la inflación a través de una regulación de precios bajo el eufemismo “precios justos”, cuando en realidad lo que tales controles crearon fue un mercado negro de proporciones gigantescas.  Lo que en condiciones normales puede costar 500 bolívares, por ejemplo, en este país puede costar 5.000 bolívares.  Esto en un país cuyo salario mínimo no llega a los 15.000 bolívares.
En Venezuela estamos pasando hambre.  Esto, desgraciadamente, lo padecemos la inmensa mayoría de los que vivimos en Venezuela.  Exceptuando la élite del gobierno y la de los ricos de siempre, en Venezuela todos estamos padeciendo los efectos de un hambre que puede llegar a convertirse en hambruna.  De esto dan fe las protestas y escaramuzas callejeras de gente que muestra su descontento con la situación.  Pero tan pronto como sucede una protesta por la escasez de alimentos o demandando el cambio político que una inmensa mayoría de venezolanos deseamos, aparecen los órganos represores del estado, en un despliegue desproporcionado de fuerzas.  Esto ha traído como consecuencia la existencia de más de cien presos políticos, de numerosos torturados y asesinados. Y todo esto amparados en la más absoluta impunidad.
La gran innovación del gobierno para paliar los efectos del hambre ha sido la creación de “los CLAP”.  Nadie sabe lo que significan esas siglas.  Lo que sí sabemos es que se trata de un sistema de repartición de comida en una bolsa que contiene algunos y solo algunos de los elementos que forman parte de la dieta del venezolano.  Pero la cantidad de alimentos que se distribuye está precedida de una minuciosa investigación sobre la persona “beneficiada”, en la que se pregunta hasta la opción  política. Por eso es por lo que este sistema ha sido denunciado por sectarismo.  Que esto sea así, no extraña a quienes hemos visto que el chavismo no considera humanos a sus opositores.  El difunto Hugo Chávez, tan pronto como percibía que alguien se oponía a él, aunque militara en sus filas, lo hacía merecedor de una andanada de insultos y epítetos cuya finalidad era la más completa deshumanización.  Suele ser normal entre los chavistas la afirmación “a los opositores, ni agua”. Ahora, con este nuevo sistema de distribución de alimentos, parece que el gobierno tiene poder para decir quién come y quién no.
Estas bolsas de alimentos son un mecanismo más de los muchos que han contribuido a sojuzgar al pueblo venezolano, especialmente al pueblo más pobre y vulnerable frente a la catastrófica situación que estamos viviendo.  Pero lo que nadie sabe es qué va a suceder cuando ya no haya alimentos para distribuir a través de este sistema.  No es difícil sospechar que los pocos productores privados que quedan en el país terminarán por ser asfixiados por las políticas del gobierno chavista.
El cerco informativo impuesto por el aparato comunicacional del chavismo solo ha dejado abierta la ventana de las redes sociales.  Desde las redes sociales logramos enterarnos de los casos concretos de gente que muere por falta de medicinas, de gente que muere de hambre o de gente que muere por los efectos represores del estado en el ámbito de las protestas o de los saqueos que se vienen dando en el país.  Hace poco nos horrorizamos por el asesinato de una mujer, víctima de perdigonazos en la cara.  Este, con seguridad, será uno de los crímenes que quedarán amparados por el manto de la impunidad. La violación sistemática de los Derechos Humanos es una de las características más dolorosas de la situación actual del país.
Junto a la inflación, la escasez y el hambre que originan las políticas económicas del gobierno y los altos índices de corrupción, nos encontramos ante un flagelo no menos alarmante: la inseguridad.  Venezuela ocupa uno de los primeros lugares en el récord de los países más violentos del mundo.  Pero como sucede en el caso de la inflación, hace mucho tiempo que en Venezuela no conocemos las cifras oficiales de los cadáveres que ingresan cada fin de semana en la morgue de Bello Monte, que recibe los cadáveres de los asesinados en Caracas.  Pero siempre es posible saber que solo en la morgue de Caracas ingresan cada fin de semana entre cuarenta y cincuenta cadáveres de gente asesinada por el hampa.  Las calles de Caracas y de las principales ciudades del país quedan desoladas apenas cae la noche.
No se trata solo de delincuencia común.  Se trata de crimen organizado constituido en bandas que someten, asesinan, secuestran y extorsionan.  Se trata bandas que poseen armas de guerra, armas largas y granadas.  Lo que no sabemos es cómo los delincuentes logran conseguir armas que se supone solo deben estar bajo el dominio de las fuerzas de seguridad del estado.   No hace mucho asesinaron a dos de los más connotados jefes de las peores bandas criminales del país: “El Picure” y “Lucifer”.  Pero todos sabemos que aunque estos peligrosos delincuentes fueron asesinados, las bandas organizadas seguirán bajo el mando de alguno de sus sucesores en la cadena de mano.   En el país ocurran masacres como la ocurrida en una zona minera, en la que fueron asesinadas 28 personas no constituye motivo de alarma para el gobierno.  Más aún, en la medida en que el gobierno puede negar situaciones como la ocurrida con los mineros del oriente del país, lo hace. En efecto, una de las primeras cosas que hizo el gobernador de la entidad donde ocurrió la masacre fue negar la existencia de esa masacre.
El gobierno, especialista en crear eufemismos en una suerte de “neolengua”, al mejor estilo de la novela 1984, de George Orwell, ha lanzado la “OLP”: “Operación Liberación del Pueblo”.  Se trata de un plan policial que ya ha sido denunciado por numerosas organizaciones de Derechos Humanos, por considerar que el combate de la delincuencia es el pretexto para asesinar indiscriminadamente, sin garantizar el más mínimo proceso de quien se considera sospechoso de estar incurso en algún delito.  Entre los cuerpos policiales y las organizaciones criminales, en ocasiones, se forman verdaderas batallas sin cuartel en las que normalmente siempre sale lesionada gente que nada tiene que ver con la situación.  Más aún, los cuerpos de seguridad del estado continuamente están siendo acusados de delitos como secuestro, robo, extorsión y narcotráfico.
La inflación, la escasez de alimentos y medicinas, así como la inseguridad, han contribuido a crear un clima de crispación social.  En los últimos meses se incrementaron los asesinatos por linchamiento.  La gente no cree en el sistema judicial.  La impunidad hizo posible que la gente ya no crea en el sistema de justicia y en las leyes.  La gente ha decidido tomarse la justicia por su propia mano cada vez sea posible.  De la misma manera, los saqueos a establecimientos comerciales, así como la frecuente destrucción de instalaciones de bienes y servicios.
¿Existe una salida a la situación que vive Venezuela?  Es lo que estamos deseando, aunque sabemos que una salida constitucional y pacífica es cada vez más difícil, tomando en cuenta que el gobierno está bloqueando todos los canales por los que se podría lograr una solución pacífica.  Así, el pasado 6 de diciembre la oposición obtuvo una mayoría abrumadora en el Parlamento.  Pero cinco meses después, la Asamblea Nacional, máxima entidad legislativa del país, no ha podido ejecutar una sola decisión, porque el Poder Ejecutivo las bloquea a través del Poder Judicial.  Una de las características de la ausencia de democracia en el país es que, exceptuando ahora el poder legislativo, todos los poderes del estado son controlados por el partido de gobierno.  Hace más de un mes se recogieron tres veces más de las firmas requeridas para activar un referéndum revocatorio para Nicolás Maduro.  El Consejo Nacional Electoral está haciendo todo lo posible por demorar el proceso, de manera que si tiene lugar un referéndum revocatorio, tendrá lugar el año que viene, lo cual significaría que, en caso de que saliera revocado Nicolás Maduro, el poder quedaría en manos del vicepresidente que él designara.  Habría, pues, un cambio de persona, pero no de modelo de gobierno.  Y hay que decirlo con toda claridad: es el modelo de gobierno chavista el que nos ha sumido en la presente tragedia.
El gobierno ha bloqueado todas las formas de diálogo que no le favorezcan.  La Conferencia Episcopal, a través de diversos comunicados, se ha situado críticamente frente al gobierno, sin que por ello se identifique con los planteamientos de la oposición.  La jerarquía eclesiástica en Venezuela está preocupada por la situación que vivimos los venezolanos, no por los intereses partidistas de los políticos en pugna.  No hace mucho el Papa Francisco escribió una carta a Nicolás Maduro.  No conocemos el contenido de esa carta.  Supimos que desde el Vaticano se ofrecieron los oficios  de Monseñor Paul Richard Gallagher como mediador de la crisis.  Pero extraoficialmente se conoció que esta mediación fue rechazada por el gobierno. De igual manera, el gobierno ha rechazado la mediación de importantes representantes de la política en el ámbito internacional.  No así la mediación del expresidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, favorable a los intereses del gobierno chavista en el proceso de diálogo.  En efecto, hace poco, José Luis Rodríguez Zapatero visitó a Leopoldo López, el preso político más famoso del país, condenado injustamente a catorce años de cárcel.  Poco después de esta sorpresiva visita de Rodríguez Zapatero, Leopoldo López declaró que no estaba dispuesto a negociar el referéndum revocatorio de Nicolás Maduro por su libertad.
Lo ideal es que haya una solución pacífica, a través del diálogo, a esta crisis.  Es lo que todos deseamos y por lo que todos apostamos.  Pero el diálogo y las negociaciones se hacen cada vez más difíciles en la medida en que el gobierno chavista no reconozca la necesidad de atenerse a las reglas del juego democrático, a los canales establecidos en la Constitución de Venezuela y al reconocimiento de la igualdad de sus opositores.  Mientras no se den estas condiciones y siga habiendo presos políticos y torturados, los cercos se irán cerrando mucho más. Lo peor de todo es que poco a poco la gente ha ido perdiendo la confianza en la democracia, en los efectos positivos de expresarse a través del voto y en las instituciones.  El chavismo ha convertido las instituciones democráticas en esperpentos que sirven a los fines de mantenerse en el poder a costa de lo que sea.
¿Qué estamos haciendo los dominicos en esta hora aciaga que vive el país?  Todos estamos profundamente afectados por la crisis, a todos nos alcanzan los efectos devastadores de la situación actual del país.  La formación de nuestros jóvenes en el período institucional de formación se nos hace cada vez más difícil no solo por los elevados costos de los bienes y servicios, sino por la dificultad que representa conseguir comida y medicinas.  La atención a los hermanos mayores también se nos hace difícil, considerando que algunos de ellos requieren tratamientos médicos especiales que no es posible observar aquí porque no se consiguen medicinas y tampoco insumos médicos.  Lo que estamos viviendo es una lucha por sobrevivir.  A pesar de esto, tanto los frailes como las hermanas estamos resistiendo ante esta realidad, al tiempo que intentamos sostener la esperanza de los venezolanos que se acercan a nosotros, que escuchan nuestra predicación.  Somos conscientes de que la situación es difícil hasta el punto de que puede llegar a convertirse en insoportable, pero los frailes y las hermanas nos mantenemos en nuestros puestos de misión.
Somos conscientes, además, de que en algún momento, como Iglesia, tendremos que soportar lo que podría ser la arremetida del gobierno.  El gobierno chavista es consciente de que la única institución que goza de plena credibilidad en el país es la Iglesia.  Y esto es así no solo porque Venezuela sigue siendo un pueblo mayoritariamente católico que quiere a su Iglesia, sino porque el pueblo es consciente de que es la Iglesia quien verdaderamente los acompaña en estas horas de angustia.  Es la Iglesia la que ha levantado su voz ante la crisis y en favor de los venezolanos.  Es la Iglesia la que ha denunciado los atropellos y las violaciones a los Derechos Humanos ocurridas en el país.  Por eso es por lo que no dudamos en que la Iglesia puede llegar a ser atacada.
Hoy mismo, al momento de escribir estas notas, he recibido un escrito que tiene por autor a unas supuestas “Hermanas del Sagrado Corazón”.  El escrito está titulado “La escasez en este maravilloso país no es producida por este gobierno” y, aunque publicado en “Periodista digital”, también está recogido en uno de los principales portales de divulgación del chavismo. Me comuniqué con la Conferencia Venezolana de Religiosos (CONVER) y la secretaria me manifestó que tales religiosas no están registradas en CONVER.  Ante un escrito de esta magnitud, de momento pensamos que se trata de un montaje que busca desacreditar a la vida religiosa, siempre comprometida con la causa de los más pobres.
Nosotros seguiremos resistiendo, confiando en el Señor y animados por la certeza de que él nunca nos abandona.
Caracas, a 8 de junio de 2016

martes, 17 de mayo de 2016

No dudemos de la verdad


No dudemos de la verdad:

LA VERDAD, Es una de las más sublimes virtudes que solo aquellos, bien resteados se atreven de utilizar incluso cuando de guerrear se trata, un arma tan poderosa como esta, utilizada con nobleza, con tesón, con espíritu de fe, puede incluso cambiar a la humanidad entera; si es cierto, hay alguno que jactándose de “decir la verdad” atropella y abusa, haciendo de esta gran virtud un arma para la destrucción.

En vida he contemplado como esta verdad genera libertad, genera paz, genera serenidad, aunque tropezarse con ella primero pueda causar un gran impacto, esto es casi ineludible a nuestra naturaleza humana.

La verdad como virtud, debe ser propiciada, generada y debe ser el resultado de un ejercicio continuo, porque mientras más tiempo dediquemos a actuar de esta manera, más transparentes seremos, y gozaríamos entonces de  una insondable entrega desinteresada al servicio del otro, de hecho, me atrevo a decir que te hace más sensible a la realidad humana que en el devenir de los tiempos nos afecta y afecta a los demás.

Nunca dudemos de nuestra capacidad de actuar con verdad, no dudemos de la verdad de los otros, no dudemos de que la verdad sea una virtud de la que solo la raza humana puede disfrutar; no dudemos que actuar con verdad y transparencia nos hace más dignos, más libres, más pacíficos.  

miércoles, 24 de febrero de 2016

¡CÓMO PODEMOS CAUSAR IMPACTO HOY!


¡COMO PODEMOS CAUSAR IMPACTO HOY!



El Centro Gumilla como pilar fuerte de la expresión en cuanto a realidad social de nuestro país se trata, me ha regalado y no como dadiva, sino como una gran inversión, un curso para revisar un poco la realidad sociopolítica de Venezuela, trataré de reflejar brevemente algunas cosas que me llamarón la atención y que considero sirve para mi reflexión y quizás la de otros también.

Y es que cuando se habla de Política, esta puede ser utilizada como opuesto a política, entiéndase con p minúscula, el uno apuesta y sirve por y para el bien común, pero el otro se sirve a sí mismo, sirve a sus intereses y necesidades individuales, creo que esto no es un mayor problema gramatical, ni tampoco ortográfico, este es un problema de conciencia, de moral, y sentir ético.

Aprendí que como la palabra Política, la palabra pueblo puede ser entendida como un conjunto de personas que habitan un territorio y que comparten costumbres, creencias, fisionomía, lenguaje etc., en común y afines que lo identifica, pero al igual que la palabra Político, también la palabra pueblo, puede ser utilizada para referirse solo a una parte de la población donde un soberano político es el amo y señor, que no sirve al pueblo sino que se sirve del pueblo, para lograr sus propios e independientes objetivos, pueblo que además es clasificado, determinado, perfilado y responde a un prototipo, suelen llamarles algunos políticos: “pobres”

Aprendí que la dignidad de la persona viene de Dios en cuanto a que es persona, persona que es animal, que es sujeto, que es sentiente, que es posibilitante y que se autodetermina.
En este sentido no escapa de la realidad política a que se ve sometido de alguna manera.

Aprendí que los viejos modelos de protestas (marchas, quema de cauchos, paros de gremios o  instituciones, etc) no generan gran impacto en la época en la que vivimos, cuando son utilizados para propiciar cambios concretos; la humanidad que se ha visto sometido al devenir de los tiempos nos exige resituarnos en la época que estamos viviendo, donde nos encontramos con instituciones postmodernas viviendo en una sociedad que no ha pasado por el modernismo, y sigue viviendo en la época tradicionalista en medio de un mundo globalizado enteramente post moderno.

Entendiendo  lo tradicional como aquella forma de vivir en la que culturalmente se comprende a la naturaleza como alguien y no como un objeto, resultado de la herencia de los indígenas, africanos y españoles. Que exige de nosotros una mirada distinta a la forma en la que nos relacionamos con ella, la naturaleza; porque al no ser un objeto, no la acumulamos no la reproducimos sino que más bien la disfrutamos y la festejamos. ¿Será por esta razón que dejamos de sembrar para vender el petróleo? Entonces somos un país moproductor y monoexportador.

            La forma de distribución social hace que nos agrupemos en grupos sociales, de donde cada individuo prescribe deberes y acuerdos con él.

            Por tanto nuestra sociedad funciona a través de redes de relaciones primarias, y que son primarias en cuanto esos deberes y acuerdos con el grupo social al que pertenecemos determina una forma de entendernos, donde reina más el amiguismo, el compadrazgo sobre la norma, sobre lo estructurado.

En este sentido no es de extrañarnos que las cosas funcionen si para un cierto grupo en particular y no funcione para otro grupo que esté conectado al núcleo de esas relaciones primarias.

“En nuestro universo mental de “tribus”…  Ante una dificultad en la que pueda esperarse una intervención estatal, nadie se pregunta «¿qué ley me ampara?», sino «¿a quién conozco allí?»[i].

Entonces he aquí donde la modernidad continuamente y sin rendirse aún, ha perdido la batalla en el proceso de alcanzarnos. 

La modernidad procurará siempre, que transformemos la naturaleza, de esta manera incluso nos realizamos socialmente porque parte del trabajo y de la producción propia que se cuantifica, se apropia y se comercia.

Procurará que prevalezca la vida privada y que estén bien definidas las leyes del juego en todos los ámbitos y  que estas correspondan con una ética universal.

Seguro estoy que esto no resulta la solución a nuestros males, pero sí creo que debimos pasar por esa etapa como cual niño tiene que gatear antes de caminar.

Si en la modernidad podíamos realizarnos socialmente desde el trabajo y la producción, la postmodernidad ha abierto otros medios para ampliar estas posibilidades. Retoma la vida privada y establece nuevos mecanismos, y si eso es lo que tenemos eso es lo que debemos utilizar si querermos generar impacto en algo o sobre algo.

Estos medios, responden a la necesidad más importante que tiene el ser humano, la vinculación con el otro, la realización social, y en respuesta a esta necesidad, el sujeto post moderno hace bastante uso de las redes sociales como ventana para mirar el mundo, como una gran bocina para expresar como va su relación con la realidad.

Entendí entonces que las marchas, las protestas, las huelgas de hambre, los paros universitarios en nuestro país no causará nunca mayor impacto porque dejaron de ser la novedad, ya no responden a nuestras necesidades.

Hoy por hoy el individuo que dedica más de 7 horas a relacionarse cibernéticamente tiene un gran poder en sus manos, para mover masas, para concentrar opiniones afines y llevar a cabo actividades que tengan un alcance mundial.

¿Qué ha pasado? hemos revisado el perfil del artista de moda, cuanto pudimos haber compartido una situación real que está siendo denunciada por otros más interesados en salir del caos; que probablemente nos impresionamos tanto al ver lo publicado por otros que preferimos solo mirar, leer y juzgar, pero no retwitteamos . Re-posicionamos el hashtag que esta ya posicionado y que hace alusión a una crítica muy alejada a nuestras necesidades más importantes. ¿Cuántos memes nos causan gracias? ¿Cuánto nos sirven para denunciar el desabastecimiento, el desorden social, las malas políticas?

Aprendí que estos medios, bien utilizados crean un mayor impacto, que esas estrategias muertas en las que incluso sometemos a nuestra gente y a nuestro país.


Estas preocupaciones en mí, no me permiten conciliar el sueño, no me dejan trabajar, interrumpen mis relaciones con los demás, que hacen dudar de mi fe en muchas oportunidades, ya no quiero seguir así.

Quiero que la realidad social y política de nuestro país no me afecte, sino más bien que mis actos afecten esa realidad, quiero pensar en que puedo producir algo, pero ya no producirlo individualmente, quiero que mi entorno produzca algo junto a mí, y que yo tenga la suficiente capacidad de apertura para producir algo en el favor de mi comunidad, de mi sociedad, de mi estado, de mi país y del mundo entero.

Y es que no se trata de hacer algo magnifico, sobrenatural, extraordinario, solo algo concreto que construya, que modele, que refuerce los valores y los principios de aquellos sujetos que forman parte de mi entorno.
Hoy estoy pensando qué hacer, no sé si hacer un video satírico, no sé si escribir un artículo en el periódico, no sé si comenzar a postear a tweetear a Retweet, hacer memes. Pero algo debo hacer.

Estoy pensando ahora mismo, en mi entorno, en la gente que me rodea, vecinos que nunca he tratado, de hecho nunca pensé tratar, estoy pensando en los entes gubernamentales que de alguna manera pueden prestarme ayuda para producir algo, alguna de estas puertas tengo que tocar, porque es que solo no puedo, debo crear una red de personas que sienten y padecen lo mismo que yo padezco y estoy seguro de que haremos algo, quizás no derroquemos un presidente, no construyamos en puente, no arreglaremos el problema eléctrico, y económico, pero algo haremos y será bueno.

Ojalá alguien o algunos me acompañaran en este proceso; que importa la distancia, que importa los medios, ya eso no es una limitante.




[i]  “¿Venezuela Moderna? SIC n°579 Noviembre 1995 pp389”

Ronald Borges

lunes, 22 de febrero de 2016

Necesito Producir algo

Hay preocupaciones en mí, que no me permiten conciliar el sueño, que no me dejan trabajar, que interrumpen mis relaciones con los demás, que hacen dudar de mi fe en muchas oportunidades, ya no quiero seguir así.

Quiero que la realidad social y política de nuestro país no me afecte, sino más bien que mis actos afecten esa realidad, quiero pensar en que puedo producir algo, pero ya no producirlo individualmente, quiero que mi entorno produzca algo junto a mí, y que yo tenga la suficiente capacidad de apertura para producir algo en el favor de mi comunidad, de mi sociedad, de mi estado, de mi país y del mundo entero.

Y es que no se trata de hacer algo magnifico, sobrenatural, extraordinario, solo algo concreto que construya, que modele, que refuerce los valores y los principios de aquellos sujetos que forman parte de mi entorno.

Hoy estoy pensando qué hacer, no sé si hacer un video satírico, no sé si escribir un artículo en el periódico, no sé si comenzar a postear a tweetear a Retweet, hacer memes. Pero algo debo hacer.

Estoy pensando ahora mismo, en mi entorno, en la gente que me rodea, vecinos que nunca he tratado, de hecho nunca pensé tratar, estoy pensando en los entes gubernamentales que de alguna manera pueden prestarme ayuda para producir algo, alguna de estas puertas tengo que tocar, porque es que solo no puedo, debo crear una red de personas que sienten y padecen lo mismo que yo padezco y estoy seguro de que haremos algo, quizás no derroquemos un presidente, no construyamos en puente, no arreglaremos el problema eléctrico, y económico, pero algo haremos y será bueno.

Ojalá alguien o algunos me acompañaran en este proceso; que importa la distancia, que importa los medios, ¡qué importa¡ importa más el sentimiento en común las ganas de salir adelante, lo demás viene solo.


¡PERO HAY QUE HACER ALGOOOOOO, HAY QUE PRODUCIR!