Guayaquil – Ecuador
13h00
Recibo un grupo
Familiar de 4 personas una pareja de esposos de 32 y 27 años, un niño de 7 años
y una niña de 3.
Si, esto es casi a diario en nuestra Casa de acogida Temporal,
Un techo para el Camino, que Hogar de Cristo ha dispuesto para atender a estos,
los migrantes que en huida buscan mejores condiciones.
Esta familia, de quien me reservo el apellido, pertenece a una
masa de más de 8000 personal que hemos atendido, es decir, que no generan
novedad... Pero gracias a Dios aún me conmueve recibir casos como estos.
Él maestro, ella manifiesta ser ama de casa. Vienen de San
Antonio de los Altos. Desde Cúcuta hasta Guayaquil vienen pidiendo colas, así
decimos en nuestro pueblo; en uno de los trayectos, me cuentan con las manos
temblorosas (En este servicio aprendí a distinguir, cuando alguien tiembla por
miedo o cuando tiembla por cansancio y hambre, el último es espantoso) que
pasaron dos días en la parte de atrás de un camión, cómo no tenía baranda, el
chofer, caído del cielo, cedió uno de sus mecates para que se sostuvieran y
Dios como siempre se mantuvo tan bueno que no propició lluvia.
Me comentan después de hablarles de las condiciones para poder
alojarse en CAT, que tienen una navaja y que desean dejarla guardada, esta les
servía para pelar y cortar alguna fruta que apareciera en el camino, que de
hecho estaban los niños contentos, encontraron manzanas, algún alma ecuatoriana
solidarios como siempre les dejo probar, los niños tenían mucho tiempo sin
probarla, razón de su alegría momentánea.
Ellos manifiestan preocupación, han dejado parte de sus maletas
donde un buen vecino que quiso tenérselas mientras ellos se la arreglaban en
calle, buscando el mejor lugar que de cama sirviera, antes de encontrar el
refugio, así nos dicen, al menos suena mejor que albergue.
Me quedo un poco tranquilo, logro conseguirles un espacio para
que toda la familia esté junta, inmediatamente comienzan arreglar sus cosas,
acondicionan para ennoblecer el espacio con los sueños y esperanzas que traen,
un mejor devenir, y aunque aún sea incierto, están las ganas de echarle pichón
y nada puede ser peor.
¡Bienvenidos, mis hermanos!
@ronaldborges590